Disciplina Vitamina: Ni Guillotina, Ni Gelatina

Marisol Muñoz-Kiehne, PhD

(Basado en el artículo escrito originalmente para Baby Center en Español)

Si al contemplar a sus hijos se pregunta cuándo pensar en asuntos de disciplina, recuerde el refrán popular que nos advierte que “Árbol que crece torcido, jamás su tronco endereza.” También hay algo de cierto en el dicho que nos consuela diciendo que “Nunca es tarde si la dicha es buena,” mas los estudios sobre la crianza infantil y la experiencia de los padres de familia coinciden al concluir que, cuando de disciplina se trata, “Mientras antes, mejor,” pues “Mejor es prevenir que tener que lamentar.” Por lo tanto, tenga su retoño 5, 10 o 15 años, recomendamos comenzar a considerar y a conversar sobre cómo le va a disciplinar.

Disciplina: madre y maestra, mensajes y metas

Para muchas madres y padres Latinos la palabra “disciplina” evoca sentimientos y pensamientos negativos. Para algunos, surgen recuerdos desagradables de situaciones angustiantes, palabras humillantes, y castigos dolorosos. ¿Acaso aún no sentimos escalofríos al imaginarnos lo que sucedería cuando llegara papá a “disciplinarnos” cuando nos habíamos portado mal, o al visualizar a la temida “decana de disciplina” de la escuela? Si piensa que disciplinar se trata de controlar o castigar a los niños, continúe leyendo y aprenderá lecciones que le beneficiarán tanto a usted como a sus hijos, desde la infancia hasta la adolescencia y más allá.

Hablando de lecciones, el origen de la palabra “disciplina” es, precisamente, “discípulo, estudiante.” Disciplinar significa enseñar, guiar y preparar a los niños para la vida. Los padres de familia juegan papeles cruciales y comunican mensajes esenciales al disciplinar a sus hijos. Entre otros, les sirven de maestros (“te enseñaré lo que sé”), de guías (“te mostraré los caminos de bien”), y de entrenadores (“te prepararé para el partido de la vida”).

Por medio de la disciplina, vamos enseñando a los niños, desde pequeños, las lecciones más importantes de la vida, tales como expresar sus emociones, controlar su conducta, y pedir ayuda cuando la necesiten. Según los niños van aprendiendo estas lecciones, se van acercando a las metas de sus padres de que sus hijos crezcan “bien educados” y no “malcriados.” ¿No es cierto que una de sus metas como madre o padre es que sus hijos aprendan a conducirse y a comportarse para convivir en familia y comunidad?

No es fácil cumplir estos papeles, impartir estos mensajes, enseñar estas lecciones y alcanzar estas metas. Al intentarlo, tendemos a utilizar ciertos estilos disciplinarios, a menudo basados en cómo se nos disciplinó en nuestra infancia.

Estilos disciplinarios: "ni poco ni demasiado," "todo en exceso hace daño"

A continuación resumimos las características de los estilos disciplinarios más comunes. ¿Cuál predominaba en su hogar durante su niñez? ¿Cuál practica con sus hijos?

Sargento

Estilo disciplinario basado en la autoridad y el control por parte de los adultos, a menudo con la intención de proteger a los niños. Las reglas se imponen como órdenes, de manera dura y rígida. Ya que no hay diálogo, los niños no aprenden a pensar ni a tomar decisiones, sólo aprenden a seguir instrucciones. La relación entre los padres y los hijos tiende a ser fría y distante. Especialmente cuando se utiliza el castigo físico, los niños obedecen a los padres, más por temor que por respeto. Si han sufrido o presenciado maltrato en manos de sus padres, los niños pueden desarrollar identidad de intimidador o de víctima. Por todo esto, ¡cuidado con esta "disciplina guillotina!"

Salvavidas

Muchas veces se aplica como reacción opuesta a los padres haberse criado con un estilo sargento extremo. El estilo disciplinario salvavidas carece de límites claros y de consecuencias para la conducta. Los padres complacen en todo a los niños, y no les enseñan lo que significa "no" o "basta." Sin reconocer orden ni autoridad, los niños no aprenden a seguir reglas ni a ser responsables por su comportamiento. La relación entre los padres y los hijos tiende a ser una entre iguales, y cuando los niños enfrentan límites o consecuencias por su conducta, los padres vienen a su rescate. Los niños tienden a crecer creyendo que lo merecen todo, y que pueden violar las leyes con impunidad. Así que, ¡alerta con la "disciplina gelatina!"

Sabio

Estilo disciplinario que combina lo mejor de los estilos sargento y salvavidas. Los padres establecen reglas razonables, límites claros, y consecuencias consistentes pero flexibles. Al haber diálogo, los niños aprenden a pensar y a tomar decisiones. Al no haber maltrato, los niños aprenden a respetar y a asumir responsabilidad por su conducta. Se cultiva una relación estrecha y cálida entre padres e hijos, sin olvidar que "Donde manda capitán, no gobierna marinero."

Hay ocasiones en las cuales el estilo sargento o el estilo salvavidas son apropiados. Por ejemplo, si su pequeño intenta cruzar la calle en medio del tráfico, es hora de imponer tu autoridad de manera firme y absoluta, y de rescatarlo de inmediato. Y si su chiquita es víctima de trato injusto, ¡vuele con tu capa de superhéroe a su defensa! Pero en la mayor parte de las situaciones de la vida diaria el estilo disciplinario sabio es el más efectivo a largo plazo, pues fomenta relaciones sanas entre los adultos y los niños, mientras éstos desarrollan su juicio y carácter.

Casi todos los padres de familia hacen lo mejor que pueden según sus circunstancias, mas innumerables padres de familia repiten con sus hijos los errores cometidos por sus padres en el pasado, especialmente cuando no cuentan con influencias constructivas o reconstructoras a su alrededor en el presente. Las malas noticias son que tendemos a replicar con nuestros hijos lo que aprendimos de nuestros padres, aún cuando se equivocaron. Las buenas noticias son que nunca es tarde para aprender y enseñar a nuestros niños la ciencia de la disciplina Latina que no es "guillotina," pero tampoco es "gelatina."

La ciencia de la disciplina: conciencia, paciencia, consistencia y persistencia

A la hora de disciplinar a sus hijos, sean infantes o adolescentes, el siguiente verso puede servirle de recordatorio: "La disciplina es una ciencia: a conciencia, con paciencia, consistencia, ¡y persistencia!"

Conciencia

  • Disciplinar a conciencia quiere decir pensar antes de hablar o de actuar
  • Considere qué lección quiere impartirle a sus hijos con sus palabras y acciones
  • Enséñeles a comportarse por medio de su ejemplo
  • Figure qué necesidades están comunicando sus hijos mediante su conducta
  • Por ejemplo, los berrinches de su niño pueden comunicar que se siente enfermo, cansado, frustrado, angustiado, fuera de control, o pueden ser un intento de tratar de convencerle a que ceda a sus antojos

Paciencia

  • Disciplinar con paciencia es responder en vez de reaccionar
  • Ejerza su autoridad firmemente sin palabras o actos que puedan lastimar a sus hijos
  • Maneje su estrés y frustración sin humillar o agredir a sus hijos
  • Aprenda destrezas para manejar el enojo, tal como respirar profundamente
  • Por ejemplo, cuando su hija desobedece o desafía, afirme su autoridad con calma y sin perder las casillas

Consistencia

  • Disciplinar con consistencia comienza al delinear reglas razonables
  • Establezca límites claros, para que sus hijos sepan qué es aceptable y qué no lo es
  • Implemente consecuencias positivas o negativas según la conducta
  • Preferiblemente, las reglas, los límites y las consecuencias son los mismos o similares en los diferentes contextos en los que crecen sus hijos
  • Por ejemplo, para que el niño aprenda que no debe morder a otros, cada vez que muerda todos los involucrados en su crianza pueden decirle "¡No! Morder duele," y retirarlo al "tiempo-fuera" un minuto por cada año de edad

Persistencia

  • Disciplinar con persistencia significa nunca rendirnos, a pesar de los pesares
  • Recuerde que las lecciones que imparte a sus hijos al disciplinarlos son lecciones para toda la vida
  • Persista ante los contratiempos, errores y obstáculos, ya que "El que persevera, alcanza"

Ayuda Disciplinaria

"Dos cabezas piensan mejor que una" y "Preguntando se llega a Roma"

Bien sabemos que es difícil disciplinar consciente, paciente, consistente y persistentemente, especialmente cuando nuestros hijos crecen en un suelo distinto al de nuestras raíces y no contamos con la red de apoyo con que contaban nuestros abuelos.

Por eso, recomendamos que aproveche la guía y el apoyo profesional disponible en sitio en la Internet como éste, en clases para padres de familia, y en consultas de consejería. Puede adoptar o adaptar las sugerencias de los expertos “En su casa, y en su caso.” Los siguientes libros también pueden ayudarle.

  • Criando a su Niño con Orgullo Latino (Dra. Carmen Inoa Vázquez)
  • Criando Nuestros Niños: Educando a Niños Latinos en un Mundo Bicultural (Dra. Gloria G. Rodríguez)
  • ¿Dónde están las Instrucciones para Criar a los Hijos? (Dra. Isabel Gómez-Bassols)