Temores Infantiles

Marisol Muñoz-Kiehne, PhD

El temor es la percepción de una amenaza, sea real o imaginada. Los miedos infantiles son parte normal y útil del crecimiento de los niños, ya que les conducen a tomar precauciones ante posibles peligros o evitar situaciones que puedan lastimarlos.

Todos hemos tenido y tenemos temores. De hecho, los temores de los niños a menudo reflejan los temores de los adultos a su alrededor.

Ciertos temores son comunes en las distintas etapas del desarrollo infantil. Los bebés reaccionan con miedo ante estímulos sensoriales intensos, tales como los sonidos fuertes. Cerca del primer año muestran miedo a personas y lugares desconocidos. Los niños pequeños a menudo exhiben miedo al abandono de sus padres, a la oscuridad, a los insectos o a otros animales, y a monstruos y otros seres imaginarios. Los preadolescentes y adolescentes temen a los accidentes, a las catástrofes naturales, a la muerte, y a ser lastimados, rechazados, o ridiculizados.

Hay miedos comunes que se disipan con el pasar del tiempo y sin mucha intervención, y hay miedos sintomáticos de otros problemas o trastornos que pueden requerir ayuda profesional. Las fobias son temores irracionales muy intensos y angustiantes que pueden incapacitar si limitan las actividades cotidianas del niño. Por ejemplo, las fobias a las situaciones sociales o a la escuela interfieren con el desenvolvimiento interpersonal y educacional del niño.

Las diferencias individuales también juegan un papel notable en los temores infantiles. Hay niños que son más temerosos o más osados dados su temperamento y personalidad. Además, los niños difieren entre sí en cuanto a cómo manifiestan sus temores. Si bien algunos niños admiten sentir miedo, otros no lo comunican con palabras sino al evitar las situaciones temidas.

Cuando entendemos y atendemos los miedos de nuestros niños, esto les ayudará a enfrentarlos y superarlos. He aquí unas 10 guías:

  1. Hablar sobre los temores, incluyendo los de nuestra niñez, y ofrecer explicaciones sencillas.
  2. Comunicar calma, control, cariño, consuelo, confianza, comprensión, y protección.
  3. Proteger sin sobreproteger, sirviendo de ejemplo al tomar precauciones y riesgos.
  4. Premiar los esfuerzos por enfrentar y superar los temores.
  5. Acompañar y alentar acercamientos a las situaciones temidas.
  6. Exponer al niño a lo temido poco a poco, progresivamente, de forma gradual.
  7. No obligar a enfrentar las experiencias temidas súbitamente.
  8. Evitar programas de TV, películas y juegos que despierten o agudicen temores.
  9. No burlar, ridiculizar, avergonzar, asustar a la hora de disciplinar, y aumentar los temores de los niños con los nuestros.
  10. Consultar pediatras o terapeutas si los temores son muchos, intensos, persistentes, interrumpen el desarrollo, o limitan la vida diaria del niño.

Recordemos que lo temido siempre es real para quien lo teme. Cuando nuestros niños se sientan asustados, atemorizados, aterrorizados o espantados, que nos sientan a su lado. Distingamos los temores comunes y simples de los temores sintomáticos. Y ayudémosles a enfrentar y superar sus miedos procurando ayuda si fuera necesario.